La pornografía en la adolescencia: ¿Educación sexual a un solo clic?

La pornografía en la adolescencia: ¿Educación sexual a un solo clic?

¿Recuerdas cómo fue la educación sexual que recibiste en el colegio? ¿y en casa? ¿Sentías que podías hacer preguntas abiertamente sobre las relaciones sexuales, la orientación sexual, los besos, la masturbación o el placer sexual sin sentirse juzgado/a o avergonzado/a? Y si no fue así, ¿dónde aprendiste sobre ello y cómo crees que pudo afectar tu sexualidad?

Para comprender el papel que juega la pornografía en el desarrollo de la sexualidad en la adolescencia vamos a comenzar definiendo qué es la sexualidad. Según la Organización Mundial de la salud se trata de “un aspecto central del ser humano a lo largo de su vida que abarca al sexo, las identidades y los roles de género, el erotismo, el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexoafectiva”. Es, por tanto, una parte natural y fundamental de la vida de las personas que engloba componentes a nivel biológico, psicológico y sociocultural y se manifiesta y desarrolla de manera distinta en cada etapa de nuestra vida.

La OMS señala que para lograr una adecuada salud y bienestar sexual las personas necesitan tener acceso a información integral y de calidad sobre sexo y sexualidad y vivir en entornos que afirmen y promuevan la salud sexual. Sin embargo, seguimos encontrando que, tanto en los hogares como en las aulas, la educación afectivo-sexual continúa siendo insuficiente cuando no se obvia por completo, y que suele limitarse a la prevención de ETS y embarazos no deseados.

 

pornografía en la adolescencia

 

En este contexto social de desinformación y mutismo muchos niños, niñas y adolescentes acuden con curiosidad a internet para resolver sus dudas sobre sexualidad y acaban encontrando, accidental o intencionalmente, contenido pornográfico gratuito e ilimitado al cual pueden acceder con facilidad y desde el anonimato a través de cualquier smartphone con conexión a internet. De este modo, la pornografía se convierte en una escuela virtual de sexualidad a la que la mayoría de los adolescentes de entre 13 y 17 años ha acudido en al menos una ocasión. Siendo la edad media del primer contacto los 12 años (Save the Children, 2020). La principal vía a través la cual se inicia el consumo de pornografía en la adolescencia es el grupo de iguales, aunque existen marcadas diferencias en el acceso y uso en función del género. Los chicos buscan pornografía de forma activa casi a diario, mientras que la frecuencia de las chicas varía entre el consumo semanal y mensual. Para los chicos el uso de pornografía forma parte de la socialización masculina, como un rito hacia la madurez. Por el contrario, las chicas lo encuentran con mayor frecuencia de manera accidental y están más expuestas a recibir contenido de personas desconocidas sin que medie contacto previo. A pesar de las diferencias que se encuentran, tanto ellos como ellas son objeto de un tipo de violencia online que consiste en la exposición involuntaria a contenido sexual como las ventanas emergentes con material pornográfico, lo cual constituye para muchos el primer acceso accidental a la pornografía.

Llegados a este punto cabe preguntarse qué encuentran las y los adolescentes cuándo acceden a la pornografía mainstream (la que acumula mayor número de visitas en la red) y qué consecuencias podría implicar para la construcción de su sexualidad y para su salud sexual. Lo primero que se observa es que a pesar de la diversidad de escenarios e historias que pueda existir, la pornografía establece un guion de la relación sexual creado bajo la mirada masculina (algo que también comparte con el cine) que se repite una y otra vez y que se caracteriza por la reproducción de los estereotipos hegemónicos de feminidad y masculinidad. Así, se asignan roles rígidos a las mujeres y a los hombres dentro de la ficción. Mientras que ellos son sujetos activos que guían la escena dominando con mayor o menor violencia a las mujeres, a ellas se las representa como objetos pasivos que facilitan el placer sexual de su compañero y del telespectador. De este modo el placer femenino queda relegado a un segundo plano cuando no es obviado por completo. En la pornografía prácticas como el cunnilingus forma parte de los mal llamados “preliminares”, como también ocurre en la vida real, ya que el “plato principal” de la relación sexual es el coito. A pesar de que es sabido que la mayor parte de las mujeres no alcanzan el mismo nivel de placer sexual a través de la penetración vaginal, pues la zona erógena más sensible del cuerpo femenino es el clítoris. El postre es, sin lugar a duda, el orgasmo masculino. Así vemos como la acción y la relación sexual terminan cuando el hombre llega al orgasmo y eyacula en primer plano en distintas partes del cuerpo femenino, lo que se conoce en inglés como “money shot”.

El primer plano también se utiliza frecuentemente para enfocar los genitales de las y los actores, reduciendo a los personajes a sus atributos físicos y dejando fuera de la escena el resto de la persona, así como los afectos. Este patrón se repite compulsivamente, con más o menos personajes, sin necesidad de comunicación entre las partes y sin método de protección visible. A través de la repetición del mismo guion la pornografía muestra al espectador cómo debe ser y qué se espera en una relación sexual y normaliza la cosificación de las personas para lograr el placer sexual y el no uso de barreras como el preservativo. Además, esta performance sexual fomenta expectativas no realistas de cómo son las relaciones sexuales en la vida real en cuanto a la duración, las posturas que se adoptan, la diversidad de los cuerpos representados y la inmediatez del deseo sexual. Por otro lado, la ausencia de comunicación transmite implícitamente que no es necesario expresar las preferencias, necesidades y límites en las relaciones sexuales, cuando la comunicación asertiva es tan necesaria en el sexo como en cualquier otro ámbito de la vida de las personas. Es más, la pornografía normaliza la falta de consentimiento al mostrar relaciones sexuales con mujeres ebrias, dormidas o coaccionadas que no están en condiciones de otorgar dicho consentimiento, lo que en la vida real constituye una violación. Y envía mensajes preocupantes respecto al mismo, ya que un tema habitual mostrado es que los hombres acceden al cuerpo de las mujeres en contra de su voluntad, quienes en algunos casos dan muestra de recibir placer sexual, reforzando la idea de que un “no” puede convertirse en un “sí”, erotizando la violación y normalizando la violencia que se ejerce contra las mujeres.

Otra de las consecuencias negativas de la pornografía, descrita en la literatura científica, es que cuanto más jóvenes son las personas expuestas a la pornografía, más difícil les resulta formar relaciones íntimas a medida que pasan de la adolescencia a la etapa adulta y se ha observado que el consumo de pornografía en la adolescencia se relaciona con una mayor probabilidad de acudir a sexo de pago que cuando no hay consumo.  Además, se está estudiando el uso Problemático de Pornografía (UPP) que hace referencia a un perfil compulsivo de consumo de material pornográfico, aunque actualmente no está reconocido como una entidad diagnóstica.

Si bien podemos pensar que la pornografía forma parte del mundo de la fantasía, no deberíamos obviar la gran influencia que tienen los medios de comunicacióen nuestras vidas, sobre todo en etapas tempranas de desarrollo y, especialmente, cuando no se ha desarrollado la capacidad de análisis crítico. En mi opinión no se trata de abolir la pornografía, pues considero que no es posible, sino de proporcionar una educación sexual de calidad desde la infancia, siempre adaptada a la etapa vital en la que se encuentran. Que se eduque en la diversidad sexual, corporal y de género, en el placer compartido desde el respeto y el cuidado mutuo y en la importancia de la empatía y la comunicación, ya sea en el contexto de una relación de larga duración o de un encuentro efímero. Así, si las y los adolescentes acceden a la pornografía estarán preparados para analizar su contenido y ser capaces de decidir cómo quieren vivir su sexualidad.

María Poveda Corvillo

Bibliografía

Save The Children (2020) “(Des)información sexual: Pornografía y adolescencia”

 

  1. Villena , G. Mestre-Bach, C. Chiclana (2020)“Uso y uso problemático de pornografía en adolescentes: un debate no resuelto” ADOLESCERE: Revista de Formación Continuada de la Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia: Vol. 8 Junio- Julio, Nº2

Guía de educación sexual del Principado de Asturias. 2021 Guía «Construcción del imaginario sexual a las personas jóvenes: la pornografía como escuela»

 

Dines, Gail (2017) “Growing Up With Porn: The Developmental and Societal Impact of Pornography on Children,” Dignity: A Journal of Analysis of Exploitation and Violence: Vol. 2: Iss. 3, Article 3. https://doi.org/10.23860/dignity.2017.02.03.03