17 Abr ¿QUÉ PUEDO HACER PARA NO AUTOLESIONARME?
Qué son las autolesiones
La autolesión no suicida se refiere al daño deliberado y autodirigido del tejido corporal que el individuo realiza en su propio cuerpo sin la intención de morir. Los métodos más frecuentes incluyen cortarse, arañarse, quemarse y golpearse. De estos, cortarse es la forma más común de autolesión en ambos sexos.
Recientemente se ha comprobado que las autolesiones pueden darse en un buen número de trastornos psicopatológicos, desde los trastornos del estado de ánimo y de ansiedad hasta los de alimentación y de personalidad. Sin embargo, las conductas autolesivas también pueden presentarse en ausencia de otra psicopatología.
Las autolesiones han ido en un creciente aumento en los últimos años y en distintos países, especialmente entre las niñas, aunque esta tendencia está llegando también al género másculino. Las cifras de prevalencia son devastadoras, los estudios revelan que 1 de cada 4 niños y/o adolescentes lo hace. Entre el 13% al 17% en muestras comunitarias de adolescentes y que ascienden hasta el 50%-60% en muestras clínicas.
Función de las autolesiones
A pesar de que pueda parecer una práctica sin sentido, lo cierto es que las autolesiones cumplen una función varios trabajos empíricos afirman que se realiza como forma de regulación afectiva, de autocastigo, como una estrategia de solución de problemas interpersonales, de freno a los propios impulsos suicidas (función anti-suicidio) e incluso como forma de auto-presentación ante otros como sujeto autónomo y diferenciado. Se infiere que los adolescentes dan sentido a su autolesión porque les ayuda a controlar sentimientos difíciles, liberándoles; les permite representar sentimientos inaceptables y en ocasiones la viven como una forma de conectarse con los demás. La autolesión funciona a menudo como una conducta adictiva.
En una etapa de investigación aún preliminar, las autolesiones han sido relacionadas con el constructo transdiagnóstico conocido como inflexibilidad psicológica. La inflexibilidad psicológica refiere la renuncia a entrar en contacto con las experiencias internas consideradas aversivas (pensamientos, emociones, recuerdos…) y, en paralelo, la implicación en conductas de evitación cuya función es reducir la forma y frecuencia de estas experiencias. De acuerdo a este modelo, las autolesiones serían un ejemplo de inflexibilidad psicológica (IP) porque se trata de conductas que cumplen funciones de evitación y que están bajo control contextual.
Se pueden describir hasta seis grupos de motivos para que alguien se autolesione:
- Para llamar la atención: las autolesiones son muy llamativas y hacen que los demás sientan la necesidad de estar pendientes de la persona por miedo a que lo vuelva a hacer, en algunos casos buscan atención, afecto, que se les escuche y que se haga lo que ellos quieren.
- Para castigarse: una baja autoestima, sentimientos de culpabilidad, de no ser merecedor de algo, de ser responsable por algo negativo, pueden llevar a la persona a pensar que son «malos» y que merecen un castigo. Muchas veces representan sentimientos de odio, rechazo o disgusto hacia uno mismo.
- Para evadir un malestar emocional: el malestar físico (el dolor) tiene prioridad sobre cualquier otra sensación, detiene el proceso del pensamiento, interrumpe los sentimientos. Cuando sentimos dolor no pensamos en nada más, y esto es lo que se busca en estos casos de una autolesión. Cuando hay pensamientos negativos constantes, ansiedad, depresión, la persona puede lesionarse por el propio malestar que estos producen, pero también porque la autolesión bloqueará temporalmente esos pensamientos. Es una forma de controlar las emociones.
- Como conducta parasuicida: muchos suicidas habían llevado a cabo tentativas previamente. Por ejemplo, cortes en las muñecas previos al corte más profundo. A veces es para ver si son capaces, para saber qué van a sentir en el momento. A veces demuestra inseguridad y en el momento frenan la conducta antes de que sea letal. Se calcula que un 15% de las personas que se autolesionan tienen tendencias suicidas.
- Para asumir un control sobre situaciones que sobrepasan a la persona: en este tipo de conductas dañinas para uno mismo pueden influir sentimientos o necesidad de control, aun cuando uno no puede controlar a los demás o lo que le rodea, sí puede controlar su propio cuerpo.
- Por sentimientos de vacío crónico: muchas veces estos sentimientos de vacío, de que falta algo o de que no se puede sentir nada pueden ser muy frustrantes y llevar a la persona a desear sentir algo, por malo que sea. La autolesión causa dolor y sentimientos que pueden hacer que la persona los utilice para suplir esos episodios de vacío existencial, para hacerles sentir «vivos».
Factores que pueden influir en la realización de autolesiones
Ante esta conducta surge la pregunta de ¿por qué algunos se autolesionan y otros no? Los estudios apuntan a que un factor importante podría ser la calidad de las relaciones con sus figuras de referencia, así pues, encontramos que una parentalidad positiva se correlaciona con un mayor afrontamiento a las complicaciones propias de la vida, así como un mayor optimismo y capacidad de comunicación. Además se han encontrado ciertos factores que podrían influir en la conducta autolesiva, aunque ninguno de ellos predice por sí solo las autolesiones. Se destacan los siguientes.
- Factores de riesgo: ser mujer, tener entre 15 y 25 años, vivir en una institución o centro y ser persona dependiente de alcohol o drogas.
- Factores precipitantes: «bullying», embarazo no deseado, enfermedad física grave, divorcio de los padres o problemas familiares, abuso sexual, violencia doméstica, duelo, depresión, problemas económicos o en el trabajo, ansiedad, problemas en las relaciones sociales, suicidio o autolesiones de alguien cercano (este factor afecta más a los adolescentes), entre otros. El alcohol está presente en muchos de los períodos autolesivos, desinhibe y fomenta la conducta impulsiva por lo que es una nefasta combinación.
- Factores inherentes a la persona: baja autoestima, imagen corporal pobre o distorsionada, sentimientos de rechazo por parte de los demás o de ser diferente, ser una persona aislada, bajas habilidades sociales, diferencias culturales o raciales, mala adaptación al entorno, alto neuroticismo (como rasgo de personalidad) y presentar algún trastorno psicológico.
Alternativas a las autolesiones
Teniendo en cuenta que los estudios apuntan a que la mayoría de las autolesiones se producen como una manera de autorregulación y gestión del dolor emocional, lo adecuado sería ofrecer estrategias de regulación funcionales para esta población diana con el fín de que cuenten con un conjunto de herramientas que les permitan hacer frente a los estresores precipitantes.
- ¿Qué puede hacer la propia persona?
Hemos visto que las autolesiones se utilizan como un método de regulación emocional, como una estrategia de afrontar el malestar emocional y sustituirlo por un malestar físico que suele ser más sencillo de controlar y aceptar. Por lo tanto, es importante entender qué función están teniendo esas autolesiones, qué consecuencias están provocando y cómo se están reforzando con el tiempo.
Si tenemos un malestar emocional que no podemos o no sabemos gestionar, podemos recurrir a las autolesiones como una “vía de escape” y esto nos puede generar, a corto plazo, una falsa sensación de bienestar o una reducción del malestar. Este cambio en las emociones negativas funciona como un refuerzo negativo, es decir, mantenemos y reforzamos esas conductas porque creemos que son una solución al malestar emocional.
Es importante conocer cómo funcionan y que están generando en nuestras emociones para poder evitarlo. Si comprendemos que la sensación de mejoría emocional que nos están ofreciendo las autolesiones es una falsa realidad y que solo nos permite sustituir ese malestar, podemos comenzar a buscar alternativas que nos permitan gestionar las emociones y sensaciones negativas de una forma más eficaz, menos lesiva y con resultados a corto y largo plazo. Podemos:
- Buscar otras actividades que reduzcan nuestro malestar emocional. Por ejemplo, podemos escuchar música, hacer ejercicio para liberar la tensión corporal que suele ir asociada a las emociones negativas, pasear, estar con nuestras mascotas o amigos…
- Pedir ayuda. Hay ocasiones en las que las emociones son tan fuertes que consiguen controlar nuestros actos, pensamientos y nuestra vida en general. Es posible que, ante este malestar no podamos afrontarlo de una manera clara y rápida, por lo que podemos pedir ayuda a personas cercanas y/o profesionales que nos ofrezcan alternativas y métodos que quizás no hemos valorado o que no podemos aplicar solos.
- Trabajar nuestra respiración: los ejercicios de relajación y de respiración controlada nos ofrecen una leve sensación de control y bienestar que nos puede ayudar a controlar las emociones negativas. Prestar atención y controlar la respiración puede ayudarnos a rebajar la tensión emocional y corporal y facilita la aplicación de otras herramientas complementarias.
- Exteriorizar las emociones negativas. Cuando la emoción y la sensación de malestar es muy grande, podemos pensar que no tenemos forma de controlarla y buscar alternativas como las autolesiones para evitar esa emoción negativa. Si prestamos atención a esa sensación y a las emociones que lleva asociadas y las exteriorizamos (ej. escribirlas en un diario, dibujarlas, verbalizarlas…) podemos comprender mejor qué está ocurriendo y qué podemos hacer para gestionarlas.
- Utilizar actividades menos lesivas. Si ya hemos realizado actividades autolesivas es posible que lo hayamos asociado a un método de control emocional y nos cueste mucho no utilizarlas. En estos casos, podemos buscar otro tipo de acciones que generen un malestar menor y nos permitan disminuir la necesidad de usar la propia autolesión. Por ejemplo, podemos usar una goma de pelo en la muñeca, pintar las zonas del cuerpo donde realizaremos la autolesión, cubrir con vendajes el lugar donde le gustaría cortarse o frotar un hielo sobre la zona.
- Autoverbalizaciones. Es importante hablar con uno mismo y recordarse que el malestar es temporal y que se puede superar, evitar los autocastigos y reforzar todo lo positivo que tenemos (incluso si creemos que es poco en ese momento). Se pueden usar expresiones como “Es normal estar mal, pero voy a poder con ello” “Vales mucho” “Vamos a estar bien” “Vamos a salir de esta situación”.
- ¿Qué puedo hacer para ayudar a otros a no autolesionarse?
- Estar presente y ofrecer apoyo.
- No castigar o reprochar la autolesión. Debemos comprender que la persona está utilizando esa herramienta como una estrategia de evitar el malestar y que, posiblemente, no vea posible hacerlo por otros medios.
- Invitar a la persona a expresar sus emociones y a buscar nuevas estrategias que permitan disminuir el malestar sin la necesidad de recurrir a la autolesión. Ej. verbalizar lo que nos está generando malestar y/o hacer actividades que le gusten a la persona.
- Proponer a la persona la posibilidad de pedir ayuda a profesionales que le puedan ayudar y ofrecer nuevas herramientas para mejorar su situación y disminuir su malestar.
- Generar sensación de protección. Debemos intentar mostrar a la otra persona que no está sola y que existen alternativas menos lesivas. Sí ofrecemos apoyo y sensación de seguridad sobre esa persona, aumentamos la posibilidad de que se sienta respaldada y pueda pedir ayuda cuando necesite liberar el malestar sin la necesidad de autolesionarse.
- Apoyar sin banalizar. Podemos ofrecer a la persona frases de ánimo pero sin minusvalorar la situación que están viviendo, es decir, entender lo que está ocurriendo y dar sensación de comprensión y cariño mientras ofrecemos alternativas a ese comportamiento. Ej. “Se que parece que no hay otras opciones y que es muy duro, pero que te parece si buscamos algo que te haga estar mejor sin tener que hacerte daño” “Siento por lo que estás pasando, ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?” “Es normal que te sientas mal, te entiendo. ¿Quieres que busquemos ayuda?”.